Lucas 15 parte 2 – adaptado de un articulo escrito por Tim Jekel

Lucas 15 parte 2 – adaptado de un artículo escrito por Tim Jekel

 

Cuando el hijo menor se acerca a la ciudad, su padre lo ve y corre a encontrarlo.  El padre no puede solo mirar a su hijo de la ventana en su casa – lo está buscando, esperando su regreso.  El padre sabe que si no encuentre a su hijo antes que llegue a la ciudad, el pueblo lo castigará por perder la herencia.  Es interesante notar que la palabra “lejos” en verso 20 es la misma palabra griega que la palabra “apartada” en verso 13.  Aunque el hijo está regresando a la ciudad, en su corazón todavía está tan lejos como nunca.  Pero esto no disminuye el amor del padre por su hijo perdido.  El padre corre a encontrarlo… esto nunca lo hace patriarcas en esta cultura.  Correr es algo para los siervos, los esclavos, los jóvenes, pero nunca corren los patriarcas.  Esto muestra el gran amor del padre por su hijo, que se humilla a correr por las calles de la ciudad. 

 

Al ver este gran amor de su padre, el hijo reconoce que nunca podría arreglar el problema por sus propias esfuerzas.  Ahora el hijo menor muestra arrepentimiento verdadero.  Esta vez, no ofrece una solución al problema, esta frase está cortada de su dicha.  Solo acepta su pecado y fracaso y lo admite a su padre.  Reconoce que nunca podría merecer este amor y solo pueda recibirlo por gracia inmensa. 

 

Todo el pueblo está presente mirando esta reunión con sorpresa profunda, pero no hay nada que puedan hacer.  El padre ha perdonado a su hijo, ¿quien lo puede condenar?  (lea Romanos 8:33-34). 

 

Debemos entender que el hijo menor representa los publicanos y pecadores a quienes Jesús recibía.  Jesús está diciendo esta parábola para mostrar los fariseos la profundidad de su amor por estos pecadores.  Pero cuando pasamos a considerar el hijo mayor, debemos entender que éste representa los fariseos y Jesús tiene algo para decir a ellos también. 

 

Vemos en verso 29 que el hijo mayor está tan lejos de su padre como el hijo menor.  Cuando habla a su padre, no usa ninguno título de respeto.  De esta manera, insulta a su padre quien le ama tanto, como veremos en el verso siguiente.  Entonces dice que por todos estos años ha servido (el griego da el sentido de ser esclavo) de su padre.  No hace así porque le ama a su padre, sino porque quiere recibir algún pago – quiere que su padre le de un cabrito para que haga banquete con sus amigos.  Bueno, hay un problema aquí.  El hijo mayor no está buscando cualquiera oportunidad de hacer banquete y divertirse, porque ahorita hay un gran banquete en la casa de su padre.  No, el hijo quiere tener su propio banquete con sus propios amigos, quienes no se encuentran en la casa de su padre.  El hijo mayor no tiene una relación de amor con su padre, solo está buscando recompensa mundana para que vaya a festejar con sus propios amigos. 

 

¿Y como le responde el padre?  En verso 31 el padre habla a su hijo con la palabra más tierna de la lengua griega, es decir “amado hijito mío.”  Que inmenso amor muestra este padre a su hijo.  No le reproche, no le castigue, solo le habla con amor y cariño.  ¿Y que quiere el padre?  Es que su hijo esté consigo mismo.  “Siempre estás conmigo” dice en verso 31. 

 

Esto es lo que quiere decir Jesús a los fariseos.  Ellos sí se cumplen con muchas de las reglas de la ley, pero en sus corazones están tan lejos de Dios como cualquier pecador despreciado.  Jesús usa esta parábola para mostrarles que Dios quiere que todas las personas reconozcan que están lejos de Dios y nunca podrían arreglar la situación por su propia fuerza.  Dios quiere perdonar a todos que vienen a Él, sean fariseos o pecadores, todos son los mismos ante de Sus ojos y les ama a todos igual.  Ojala que entendamos que nunca podríamos merecer el amor de Cristo, solo nos queda aceptarlo por fe y gozarnos en su amor y en una relación intima con Él.